Sábado por la noche, a pesar de ser invierno, no hacía mucho frío, ni llovía siquiera, así que nos animamos a salir. Llamamos para reservar mesa para cuatro, y nos avisaron que las reservas eran hasta las 9 de la noche, pues bueno a esa hora optamos por ir.
La verdad que hacía muchísimo tiempo que teníamos ganas de ir por allí, pero vas dejándolo y poco a poco pasa el tiempo, poco a poco o a toda velocidad depende de cómo se mire.
Local con varias mesas, algo pequeñas, pero al fin y al cabo no deja de ser una bodega. Una gran barra a la derecha donde tomar un vino mientras esperamos, o una Estrella Galicia, Ankabri estaría encantado poderse tomar una caña de su ansiada Estrella 🙂
Nos gustó la pequeña carta para tomar vinos por copas, así que optamos por dos Habla del Silencio a 2 € la copa, nos pareció muy bien. La relación precio calidad merece mucho la pena, y encima unos callos de tapa que estaban muy ricos, con un toque picante muy agradable.
Ya es hora que por el centro de Santander empiecen a ponerse las pilas en cuanto a los vinos por copas, siempre he dicho que es mejor tomarse un vino por 2 € pero que sea de calidad… del resto ya sabéis lo que pensamos.
Mesas vestidas con camino de mesa y servilletas de papel, pero de buena calidad.
Somos 4 para cenar y pedimos todo para picar, nos traen diferentes tipos de pan (de aceite, blanco, aceitunas…) y empezamos:
En su punto, con buen aceite, y justo pimentón picante, nos gustó la verdad.
Pues tal cual, sin misterio, bueno aunque igual el misterio es conseguir ese punto crujiente, sin que se pegue la oreja o se rompa, nos pareció un plato bastante apetitoso, y que no se encuentra mucho por ahí.
Pues la fiesta del colesterol para pasárselo pipa, muy bueno todo, el lomo bien de adobo, las jijas perfectas, no repitieron nada en toda la noche, el borono parecía de Panes y el torrezno muy bien hecho, la manzana mira que me gusta a mi como combina con el borono, un acierto.
La típica sartén, en la que el camarero se trabaja el mezclar los huevos con el resto de los productos, unas tiras de solomillo y unos hongos que quedaban bien.
Y pedimos tres postres, que la verdad no eran nada del otro mundo, aunque ya nos habían avisado que alguno era refrigerado:
También hay que decir que la carta de vinos es cortita pero hecha con gusto con cosas interesantes como el vino que pedimos que fue: Tinto Lalama del 2007 de la Ribera Sacra, un mencía que estaba realmente rico, toques lácteos, mucha fruta roja, con un paso de boca fácil, pero bueno, la cata se la dejo a Ankabri, pues le pasé una botella para que cuando tenga tiempo ponga la entrada correspondiente.
Lo pasamos bastante bien la verdad, la factura ascendió a 86,30 € con cuatro cafés, y a los chupitos nos invitaron (otro bonito detalle), si le quitáis los 17 € que costaba el vino creo que el precio es difícil de ser mejorado. Lo dicho todo un acierto y volveremos por esta bodega.