Os traemos otro parto de Nacho, genial como siempre:
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Partos de Nacho [9]: La Cocinera del Presidente
Comencemos Agosto con una entrada perteneciente a Nacho al que le damos las gracias por sus aportaciones, que dan alegría y un punto nuevo al Blog, que nos gusta mucho. Esperamos que al igual que a nosotros esta entrada os guste:
Sobre todo para los amantes de la buena mesa. Se titula en España “La cocinera del Presidente”, pero en su idioma original (francés) sería “Los sabores de palacio”.
Se trata de una adaptación libre de los recuerdos de una cocinera real que fue contratada en el Elíseo para preparar las comidas privadas del Presidente de Francia, que la pide cocina sencilla y natural cansado de los artificios culinarios que siempre acompañan a las comidas de Estado.
El comienzo es un tanto extraño. Una periodista australiana va a hacer un trabajo a una base científica antártica francesa y encuentra a una mujer entre una población exclusivamente masculina. Pregunta, y la dicen que es la cocinera, y que ha estado tres años en el Palacio del Elíseo siendo cocinera personal del Presidente.
Hortense, la cocinera, la trata con desdén e incluso con hosquedad, y no quiere hablar de su pasado, lo que intriga aún más a la periodista.
Pero, ¿qué hace una mujer que ha cocinado para el mismísimo Presidente de la República francesa en las islas Crozet, (si las buscáis en “Google Earth” veréis que están literalmente donde Cristo perdió el mechero), en el Océano Índico Sur bajo el Círculo Polar Antártico, en una base científica rodeada exclusivamente por hombres que la adoran?.
Naturalmente, no os voy a “reventar” la película. Tendréis que verla.
Y preparaos para ver la gestación y elaboración de platos “sencillos” –en realidad lo son, ella sigue recetas “de pueblo”- que a mi me han hecho salivar y escuchar rugir de tripas.
El desfile de comida excelente, guisada con mimo y con profesionalidad por Hortense Laborie y su ayudante, Nicolas Baubois; hará las delicias de los aficionados al buen yantar e incluso hará apetecible la inmersión en los condenados protocolos, intrigas cortesanas y otras cosas propias del servicio a las (mas) altas autoridades.
Y un detalle básico, Hortense solicita al mismísimo presidente autorización para eludir la férrea “dictadura” de los proveedores y buscar ella misma las materias primas, y la obtiene.
La película es de las que yo considero “Cine Amable”. No tiene más pretensión que hacer pasar al espectador un buen rato (yo lo he hecho), y quiero destacar la cuidadosa ambientación y los escenarios, así como la –digamos- “fotografía gastronómica”, que ha desatado mis más “bajas pasiones”.
Los actores, magníficos. Realmente hay un elenco de actores franceses que son una de mis pequeñas debilidades. Aunque no soy excesivamente fan del cine francés, reconozco que sus actores, o buena parte de ellos, son de lo mejorcito que hay por ahí.
En fin. Una película recomendable para pasar el rato, aprender alguna “cosilla” y deleitarnos con el Arte de la Cocina protagonizada por una mujer todo vitalismo.
By Nacho 28/07/2013
Partos de Nacho [8]
Os traigo el 8º parto de Nacho, una carta que escribió en Agosto del 2011, por eso algunos datos están un poco antiguados, pero al fin y a la postre no pierde la esencia del Nacho, luchador por sus ideales. Aunque no siempre los compartamos, no quita para que merezcan la pena ser leidos:
Debiera gastar mi tiempo escribiendo cosas que me parecen mas útiles, pero estoy harto y necesito escribir sobre tabaco y leyes. Es domingo y son las 15.16, pero digamos que mi domingo comenzó a las 09.10 con el primer café con hielo y la lectura del primer periódico en la cafetería que hay justo al lado del portal de la casa donde ahora vivo, y espero que acabe cuando ponga a ésto punto final.
Tiene una barra larga que termina en un codo donde estaba sentado un viejo conocido, fontanero jubilado, y doce taburetes. En la parte larga y como a un metro y medio estaba yo con el vaso de café y mis periódicos y… nadie mas ni en barra ni en sillas, pues la camarera estaba en la cocina haciendo pinchos o algo semejante.
Atravesé las puertas abiertas de cristal para fumar un cigarrillo y al rato apareció él, mi futuro antagonista, con unas bermudas azules, polo blanco y zapatos de piel sin calcetines; esa moda pijo-borbónica de verano que debe ser muy elegante.
“No me lo puedo creer”, me dije cuando advertí que el individuo en cuestión- con, repito, toda la barra vacía a excepción de mi conocido fontanero- apartaba con la mano mis periódicos y se sentaba en mi banqueta. Arrojé el cigarrillo y, antes que llegase a acomodarse le dije que me disculpase, pero ese era mi lugar. Se bajó un tanto confuso y, mientras yo me sentaba e intentaba volver a mis lecturas repuso que él se sentaba donde le daba la gana. Le contesté que si no había visto los periódicos y el vaso, y me respondió que eso a él no le importaba levantando un poco la voz. Le pregunté que “si de tooooda la barra tenía que escoger ese sitio” y volvió a referirse a su santa voluntad.
Comencé a hacer cálculos y deduje que tenía una hostia y media si el caso pasaba a mayores, con la tranquilidad que me daba el saber que estaba solo, es decir, que nos íbamos a medir de tu a yo si llegaba el caso y que no tenía niños a su cargo, pues es ley de la calle (de cuando la calle tenía leyes) que no se debe humillar y menos golpear a un padre de familia por gilipollas que sea ante su prole.
Para intentar concluir le dije que la Ley anti-tabaco no lleva aparejada la pena accesoria de perder tu lugar en una barra, a lo que contestó. “TUS argumentos no me importan” (E-se-tu-te-o,-que-es-ta-mos-dis-cu-tien-do). Elevé la voz varios decibelios para contestarle que a mi si me importaba su falta de educación; y por fin salió la camarera preguntando que qué ocurría. “Nada de momento” la contesté y mi “enemigo” pareció calmarse. Pero solo pareció, pues volviendo ésta a la cocina volvió a decir algo de su santa voluntad y de sentarse donde uno quiere; a lo que, hastiado ya del tema, respondí con un gesto internacional de “mira ésto” (señalarle con el índice, señalar acto seguido mis ojos con índice y dedo medio y señalar después la banqueta), y dos palabras: “AQUÍ NO” como si reprendiese a un cachorrillo.
Volví a mis lecturas con el rabillo del ojo vigilante hasta que marchó y no pasó más, pero no he podido dejar de preguntarme qué diablos había pasado de ocho meses para acá pues es la quinta o sexta vez que me sucede lo mismo.
Hasta aquí el incidente, vamos con la reflexión.
Ha pasado que han pasado los TALIBANES.
Los talibanes son fundamentalistas islámicos peligrosos, pues están armados y para ellos la muerte no deja de ser una circunstancia incluso deseable por la cantidad de tonterías que les han metido en la cabeza, pero lo más divertido es que todo lo que hacen (y mira lo que hacen), lo hacen en pos del BIEN SUPREMO tal como ellos lo reconocen. Incluso tengo entendido que, si pueden, antes de degollarte te ofrecen convertirte al Islam para que no vayas al infierno.
Talibanes los hay en muchas cosas, no solo en las religiones monoteístas, y unos de los más peligrosos son los del “ BUENRROLLISMO”, pues jamás admitirán que lo son (justo como los religiosos) y, naturalmente, TODO lo hacen por nuestro bien.
Estos hijos bastardos del hippismo , alimentados en la década de los ochenta por las gilipolleces de la NEW AGE, han sentado sus reales en puestos de poder sobre todo en partidos políticos autodenominados “de izquierda”, que teóricamente es antidiscriminatoria, pero sus apetencias dogmáticas prohibicionistas les delatan y les pierden.
Son capaces de matarte con total tranquilidad para evitar que te suicides, y les gusta más el poder que el sexo. Pero hay que reconocerles que lo hacen por nuestro bien. (HA,HA,HA…).
Bien. Una destacada talibán de izquierdas, nuestra actual ministra de Economía Dña. Elena Salgado, dio en desarrollar cuando lo era de Sanidad una Ley del Tabaco que ha encantado a los no fumadores y que los que fumamos hemos acatado con mayor o menor cabreo, y ha conseguido locales de hostelería vacíos con propietarios muy enfadados y las puertas de dichos locales y calles llenas de gente fumando, con el consiguiente ruido y molestias al ciudadano que intenta descansar; (qué curioso, aquí NO HAY talibanes contra el ruido, y creo que son muy necesarios pues España es el segundo país más ruidoso del mundo tras Japón y eso con muchísimo más espacio y muchísimos menos habitantes).
Y conste que uno ve maravillosamente bien que no se pueda fumar en el trabajo, hospitales, ascensores, edificios públicos, cines etc.. Pero las tabernas y bares son otro cantar en mi opinión. Al menos todas las tabernas y todos los bares.
Incluso el PP <<¡atención!, momento histórico y seguramente irrepetible, voy a escribir algo bueno del PP>> propuso una enmienda a la Ley para que, dado que el tabaco es legal, el Estado ingresa de sus impuestos una buena cantidad anual y un tercio de la población es fumadora; un tercio de los bares y locales de esparcimiento ADULTO fuesen de alguna manera adecuados para fumar.
NO. Un buen talibán no retrocede nunca y el pecado es el pecado pues Alláh lo ve todo, incluso los apartados de fumadores-delincuentes.
Doña Elena no admite enmiendas y la Ley salió adelante, eso si, por unanimidad o poco menos; y su sustituta en el Ministerio, la impagable Leyre Pajín que tuvo que presentar la Ley, animó a la ciudadanía a denunciar a su próximo si le veía incumpliéndola, es decir, si fumaba a menos de 50 mts. de un colegio o de la valla exterior de un hospital. Heil, Leyre!.
No hace mucho un buen amigo me dijo hablando de este tema que tal vez no nos hubiésemos conocido de seguirse fumando en los bares. No le contesté al momento, pero en un bar nos conocimos y, querido Daniel, imagina a cuántas personas no estoy conociendo pues cada vez me incomoda mas lo de fumar fuera y cada vez salgo menos.
Al final, nuestros cadáveres ni siquiera lo parecerán de lo sanos que moriremos, y los forenses se las verán y desearán para averiguar la causa de nuestras (vuestras) muertes. Que así sea.
*) L.A.H.= LIGA ANTI HUMO, no confundir con Liebstandarte Adolf Hitler. O si…
By: Nacho Solar 07/08/2011
Partos de Nacho [7]: Inauguración Embajada
En fin, no os lo podéis perder, mordaz, irónico, incisivo, genial como siempre Nacho, que aunque no tenga que ver con comida, merece la pena ser leído. Por fin después de unos cuantos años de reforma de todo el bloque de viviendas, ya vuelve a su piso, a su embajada, a…. leedlo:
La Parte de los Ángeles; Partos de Nacho [6]
Un nuevo parto de Nacho que no tiene pérdida espero os guste:
Entre un 2 y un 3% del whisky almacenado en barrica de roble desaparece al año por simple evaporación. Los destiladores llaman a esa pérdida “la parte de los ángeles”, pues afirman que es la parte que toca a los que dicen que les enseñaron el oficio por tan maravilloso líquido. Un “impuesto” celestial, vamos.
Con este encantador nombre hace un año el bueno de Ken Loach, un director de cine social y comprometido y que está entre mis favoritos a pesar de algún que otro altibajo, ha hecho una de esas películas que él hace y que te reconcilian un poco con la Humanidad cuando acabas de verla por primera vez, y que sabes, yo por lo menos, que volverás a hacerlo. El resto son crudas y reales como la vida misma y te dejan entre rabioso y entristecido, pero merecen la pena.
Si ya la habéis visto y lo deseáis podéis seguir leyendo, y si no os pediría que la viéseis antes. Creo que merece la pena y no quiero “destriparla”.
Como casi siempre, Loach utiliza como actores a desconocidos aficionados. Y, también como casi siempre bordan su papel. Que nadie espere un de Niro o un Day-Lewis, pero el resultado es muy satisfactorio y, dado que trata de gente que pertenece al lumpen de Glasgow, si tenéis la oportunidad de verla en versión original como yo acabo de hacer y habláis inglés os daréis cuenta de que lo que se habla en Glasgow tiene un cierto parecido con ese idioma, yo tengo amigos allí y me traducían al inglés lo que hablaban, lo juro.
Es una película de segundas oportunidades que a veces tienes la fortuna de conseguir, y trata de unos jóvenes delincuentes (cuyos “delitos” mueven más a la risa que a la condena, salvo el protagonista , Robbie, que ha dejado dañado a un joven un día de ira cuando iba “cargado de cocaína”), y que son condenados a 300 horas de trabajo comunitario. Su celador es un buen hombre aficionado y entendido en whisky, y se interesa por el caso del protagonista: acaba de ser padre por primera vez, su “suegro” le odia y está envuelto en una especie de “guerra a la siciliana” heredada y que sigue a pesar suyo y que no recuerda ni importa cómo y por qué empezó.
En un día libre el celador les lleva a una destilería en uno de esos maravillosos parajes que tiene Escocia y allí un catador profesional descubre que Robbie, que no ha probado el whisky en su vida, tiene buena “nariz” y paladar, y se enteran del valor que puede llegar a tener una de esas escasas botellas y aún más escasos barriles que se encuentran “olvidados” en muy pocas ocasiones. Una destilería va a subastar uno de esos barriles “encontrados donde no debían estar” por una de esas extrañas casualidades y que va a ser subastado, y se les ocurre un plan para robarlo.
No voy a contar más, salvo que el barril llega a tener un precio de un millón y pico de libras y quien se lo lleva un norteamericano rico… que no tiene la menor idea de lo que ha comprado, pero lo ha hecho simplemente porque era muy caro. El whisky en la película es falso de toda falsedad, pero el rico que lo acaba de adquirir lo cata y exclama: “sublime!…”. Ni idea de lo que acaba de comprar por una fortuna.
Es por esto que se me ha ocurrido escribir que me resultan odiosas las personas que gastan enormes montones de “pasta gansa” en adquirir desde licores como en el caso hasta yates de lujo pasando por obras de arte de todo tipo que, muy probablemente, ni siquiera les interesan, pero que les dan notoriedad y hacen crecer aún más su ego.
Es sumamente injusto que existan colecciones privadas de arte en manos de ignorantes millonarios y que los que las disfrutarían y los que han dedicado su vida a el estudio y la divulgación de las obras tengan que conformarse en el mejor de los casos con copias o suplicar al dueño que las ceda temporalmente a los museos.
Peor aún me parece que quien disponga del dinero suficiente para la adquisición no sea un millonario caprichoso, sino una “corporación” y lo dedique a la especulación pura y simple. El whisky ya no sería un licor maravilloso que, por el saber hacer y el cuidado que pusieron en él sus destiladores más el mimo con que el tiempo lo envejeció en las mejores condiciones posibles se ha convertido en un elixir de dioses, sino un “activo” de una “compañía” que lo “atesora” para re-subastarlo e intentar sacar de ello otro pastón superior al invertido, o bien para guardarlo por si vienen mal dadas y es necesario desprenderse de algo valioso para salir del paso. Ejemplos sobran.
No, damas y caballeros. El arte, sea el que sea, no es para esconderlo sino para hacerlo público y disfrutarlo.
El whisky, tras pagar “la parte de los ángeles”, acaba en buenas manos, y la película te pinta una sonrisa al finalizar.
By Nacho 16-03-13 para “Ankabri”.
Partos de Nacho [V]: Salsas especies… (II)
Pues aquí tenéis la segunda parte de las salsas de Nacho:
Las especias son fundamentales si queremos hacer creer a nuestros incautos conocidos que controlamos perfectamente el espinoso tema de hacer la comida.
Y no es tanto el hecho de hacer uso de ellas a la hora de cocinar sino de conocer el nombre de muchas para seguir en nuestra falsedad habitual y pasar por lo que no somos.
¿Hay algo más demostrativo de la habilidad culinaria que un mueble especiero en la cocina bien repleto y bien visible?. No. Es el golpe definitivo.
El mueble especiero es a la impostura en la cocina como el hacerte de una caja de transporte de un taladro suizo “HILTI” mientras llevas dentro uno comprado a los chinos. Cualquiera que te vea con esa caja pensará que eres un profesional cualificado, pero tú sabes que no eres capaz de hacer un agujero para colgar una percha en tu cuarto de baño sin echar abajo todo el alicatado.
Es muy aconsejable que compres el mueble. Puedes hacerlo en plan bricolage, naturalmente; pero todos sabemos que es imposible en la práctica así como potencialmente peligroso. ¿Lo dudas?, un ejemplo: todos sabemos que hay dos maneras de arreglar un interruptor de la luz; una es mortal, la otra es llamar a un electricista. Así que no te compliques la vida y hazte de uno ya montado y listo para usar, los “Todo a 100” tienen varios modelos de apariencia endeble y es muy fácil que así sean, pero es cuestión de comprar otro cuando se rompa.
¿Qué especias debemos tener en nuestro mueble?. Todas las que puedas. Y cuanto más extraño sea su nombre, mejor. “Cúrcuma”, “Estragón”, “Hinojo”… nombres exóticos y sugestivos que disfrazarán tu impostura.
No olvides abrir los frasquitos y vaciar un poco por el retrete para que parezca que los has utilizado.
¿Qué te da por usarlas?. Bueno. Tú mismo. Realmente el único riesgo que corres es que el resultado de lo que cocines con ellas sea un poco más fétido que sin usarlas, así como algún que otro desarreglo intestinal más o menos leve.
Yo personalmente adoro a la pimienta negra. Me sirve prácticamente para todo y durante mucho tiempo si tenía alguna invitación de otro impostor llevaba siempre en algún bolsillo un molinillo cargado (junto al botellín de “Tabasco”) y nunca me defraudó. Además, en mis platos sustituye a la sal, y dicen los expertos en sanidad y nutrición que eso es bueno, aunque no sé yo si será como aquello de que el pescado azul era malísimo, y luego…
Los “Potingues” se consiguen añadiendo especias a las salsas, y aquí se abre todo un mundo de experimentos que pueden proporcionar al comensal momentos inolvidables, auténticos fuegos de artificio en el paladar y paraísos naturales del sabor. O bien la muerte súbita. Vosotros veréis.
Personalmente he intentado alguno, y reconozco que, si no te excedes en las cantidades mezcladas, el resultado no es especialmente desazonador; y con la virtud añadida de que no suele ser explosivo ni altamente tóxico. Intentadlo y contadme vuestras experiencias.
Y hasta aquí esta colaboración en el blog de mi buen amigo el ilustre experto Ankabri. Espero haber sido de ayuda, aunque si alguien me confirma que si pondré seriamente en duda su salud mental.
El que avisa no es traidor.
By Nacho (08-02-2013)
Partos de Nacho [IV]: Salsas especies…. (I)
Os traemos el Parto IV de Nacho, curioso, sin lugar a dudas, a ver qué os parece a vosotros:
“Los errores de los médicos se tapan con tierra, los de los cocineros con salsa”
(Proverbio francés)
Chicote: Nuevo Parto de Nacho
Como bien dice el título os traigo la entrega III de los partos de Nacho, en esta ocasión hablando del programa de televisión Pesadilla en la cocina. Sirva decir que llevábamos tiempo de hacer nosotros mismos esta entrada, así que le damos las gracias a Nacho por evitarnos el tener que redactarlo, pues la opinión que tenemos es la misma:
Pues el caso es que un par de muchachos han cogido el relevo de un bar que cerró por causa de la Estafa (me niego a llamarla “crisis”). Vienen de Bilbao, se lo han currado e intentan especializarse en pinchos (pintxos) “a la vasca”. Uno de ellos es cocinero profesional y hablando y hablando con él resultó que había trabajado en un restaurante de los que fueron visitados y reorganizados por el temible Alberto Chicote en su día, y me dijo que no entendía qué había pasado pues sacaban a una chica colombiana como una especie de leona agresiva siendo en su recuerdo una bellísima persona que si destacaba en algo era en su cachaza y tranquilidad habitual.
Me invitó a ver el programa Internet mediante y si, la verdad es que aparecía aquella dama del fogón incluso intentando meter un trozo de comida en la boca de Chicote cuando la dijo que no estaba buena la comanda.
Luego vi otros dos programas, y hoy me he dedicado a ver el último (20/1/12) cuando me cansé de leer. No me explico la verdad el éxito que está teniendo el programa en cuestión. Me suena todo falso de toda falsedad. Y además es en la práctica siempre el mismo programa, siempre pasa lo mismo cambiando únicamente la limpieza de la cocina –a veces no creo que fuesen así ni las de Auschwitz- y el carácter más o menos simplón o despótico del dueño.
Llaman a Chicote desde un restaurante con problemas, come un menú que indefectiblemente es malo y visita la cocina. El grado se limpieza de ésta oscila entre lo muy chungo y lo horrible, y el servicio está formado por desmotivados o ineptos. Tras la descripción de los fallos detectados por Chicote usando un cierto lenguaje cuartelero y sometiendo al personal a humillaciones y vejaciones varias, les psicoanaliza y les cambia la decoración, (dicen que en 24 horas, ¿quién paga eso?, ¿tánto presupuesto tiene el programa?). Les organiza la carta y se va tras un primer servicio que comienza mal y termina bien por la actuación del protagonista. Así cada vez.
En el fondo supongo que se trate de buscar publicidad a toda costa. Yo lo llamo “sistema Tele 5” pues fue la cadena que primero y más continua y brutalmente ha apostado por la “telemierda” que sirve calentita todos los días y a todas horas, y que desgraciadamente ha demostrado ser muy contagiosa: a cambio de dinero la gente se deja flagelar y humillar en pantalla por presuntos “periodistas” de una forma vergonzosa, para ellos y me atrevo a decir que también para sus familiares e incluso conocidos –yo me negaría a admitir que un familiar o amigo fuese a eso del Gran Hermano, me inventaría un pasado nuevo y tal vez hasta cambiase de barrio-.
Aquí el grado de humillación es sensiblemente menor, pero es; y no se si funcionarán los cambios organizados, una buena idea sería regresar con el programa al local reformado y con la “tripulación” motivada al cabo de seis meses y ver.
En fin, que no me lo creo.
Para Ankabri 21/01/13
Los (malditos) útiles para cocinar (II) por Nacho
Pues ya tenemos aquí la segunda parte de los útiles para cocinar de Nacho, espero os parezca por lo menos interesantes. Quedamos a la espera de vuestros comentarios.
Pasemos pues a lo verdaderamente vital, a los elementos básicos y realmente imprescindibles que nunca deben faltar en la cocina de un inepto.
No son necesariamente objetos de uso inmediato, sino cosas de las que sin duda te harán falta en cualquier momento de la operación culinaria y que, ¡ay de ti si no están a mano!.
3) Los útiles imprescindibles:
Son los que salvarán tu vida y la de los que te rodean cuando decides cocinar.
Recuerda siempre que, por fácil que parezca una receta por escrito o siguiendo esos engañosos y criminales programas televisivos, es materialmente imposible llevarla a cabo felizmente si eres un gran inútil como yo. Y además sumamente peligroso.
¿Crees que Arguiñano no tiene años pasados en unidades de grandes quemados?. ¿Crees que Berasategui o Arzak no han tenido que ser internados varias veces en departamentos de toxicología por envenenamiento?. Error. ¿Qué no lo parece?. Si, pero, ¿Oíste hablar de las clínicas de cirugía estética?. ¿Y de las Unidades Especiales de Toxicidad?, ¿eh?. Pues eso.
Estoy convencido de que alguien que se atreve a “investigar” en alimentación no haya caído veces en su propia trampa y solo gracias a los adelantos médicos esté aún en condiciones de contarlo; y, aún peor y probablemente delictivo, divulgarlo a las masas no tan hambrientas como presuntuosas para que lo imiten. ¡Y encima contándote que es fácil de hacer!.
No, amigos. Desengañaos.
Pensad. ¿Cuántos humanos murieron para demostrar que una baya no era comestible?. ¿Cuántos seres palmaron antes de que alguien adivinase que una infusión de manzanilla era saludable y una de corteza de tejo no?. ¿Quién fue el primero que tuvo h… para comerse una ostra?.
Es muy conveniente saber que cada acto de cocinar es en si mismo una auténtica aventura que sabes aproximadamente cómo empieza pero que jamás sabrás cómo puede terminar, y para que ello cause los menores males posibles es vital tener los útiles imprescindibles de cocina.
1) El EXTINTOR.
Recuerda que los extintores evitarán que el incendio que vas a organizar si o si se propague y ponga en peligro vidas y haciendas mientras consigues pulsar la tecla del 112 en tu teléfono.
Deben estar revisados y timbrados, y es primordial saber que no es lo mismo el de agua a presión (para fuegos clase “ABC” o de sólidos y líquidos) que los fuegos originados en las malditas vitrocerámicas eléctricas (fuego clase “C”). El resultado de usar agua pulverizada a presión contra un incendio eléctrico produce la misma sensación en el cocinero-bombero aficionado que la que tuvieron Sacco y Vancetti cuando les sentaron en aquellas sillas con cables.
2) EL TRAJE DE NOMEX.
Pues es imprescindible os pongáis como os pongáis. Las quemaduras producidas por el manejo del fuego suelen ser teóricamente leves en un adulto mientras cocina, pero, ¿y cuándo no lo son?.
Por ello un mono o una cubierta completa hecha del material ignífugo del que usan los bomberos es imprescindible para evitar males mayores.
En un principio yo utilizaba un uniforme NBQ del ejército, con un mandil de plomo antirradiación, pero resultaba un pelín incómodo a la hora de batir huevos y alcanzar las estanterías más altas, y me convencieron para usar nomex. No protege contra las radiaciones que seguramente llevan las materias primas y que muy probablemente se sueltan al calentarlas, pero…
Además debéis recordar: “Más vale un por-si-acaso que un quién-lo-iba-a-decir”.
3) EL CUCHILLO DE MONTE.
Pues no. No es mi intención hacer una apología de la violencia ni mucho menos, pero estoy seguro de que si aún estás leyendo esto es porque eres como yo: un desastre en la cocina.
Todos sabemos que, cuando se deja un poco de lado a los lugares que contienen materiales orgánicos, por mera reacción química y biológica se multiplican y desarrollan; y en un ambiente adecuado crecen. Pues, ¿qué mejor caldo de cultivo de colonias gigantes de “sabe dios qué será esto” que vuestra propia cocina?. ¿Sabéis que extraña y posiblemente agresiva civilización auto engendrada vais a encontrar un mal día que vayáis recién levantados y medio a ciegas a prepararos el desayuno?.
Un buen cuchillo al cinto es simplemente legítima defensa inmediata ante agresiones en –no lo olvidemos- una habitación de tu propio hogar. Yo recuerdo que un mal día buscaba no se qué en un armario y miles de tallos de patatas que había olvidado hacía un tiempo y que habían crecido un poco se abalanzaron sobre mi con quién sabe qué intenciones.
Aquí ni hay Segunda Enmienda ni Asociación del Rifle; y usar armas de fuego en un espacio relativamente pequeño es tan peligroso como caro cuando el albañil nos pase la factura de los azulejos rotos y agujeros en la pared (por no hablar de la comunidad de vecinos); así que debemos conformarnos con una bayoneta o un buen cuchillo como elemento de defensa próxima. El de Rambo es un poco aparatoso, yo uso un “KA-BAR” de los Marines y me va muy bien.
4) LA PIZARRA CON TELÉFONOS
Es más que conveniente imprescindible colocar una pizarra bien grande y en un lugar bien visible, a ser posible una de esas que permiten escribir con rotuladores bien gordos de colores fosforescentes y llamativos.
En ella pondrás con cifras bien claras si tu teléfono no tiene memoria los siguientes teléfonos:
1) 081 Bomberos. Por pura coherencia
2) 061 Ambulancias. Idem.
3) 915620420 Información de tóxicos.Tampoco precisa explicación y tal vez te de tiempo.
4) …………… Notario. ¿Te pones a cocinar y no has testado?. ¿Qué pensarán de ti tus posibles herederos?. ¿Quieres que peleen sobre tus despojos?.
5) …………… Parroquia (si eres creyente). Por la misma razón que con el notario, debes ponerte en paz con tus dioses antes de hacer una acción peligrosa. Si tienes invitados y crees que puede ser grande el victimario tal vez necesites algo más fuerte, apunta también el del obispado.
5) TABACO Y ALCOHOL
Aunque tu madre ya te advirtiera de que el agua no hierve antes por mucho que te la quedes mirando, es imposible resistir la tentación de quedarte como un pasmarote sin saber qué hacer mientras el proceso químico de transformación de los productos alimenticios crudos en… (¿en qué demonios se convertirán?), es necesario estar ocupado en algo, así que si fumas adelante. Y no te preocupes si algo de ceniza cae en la olla, por experiencia se que no empeorará demasiado el sabor de lo que estés cocinando.
El alcohol también es imprescindible, pero no por afición insana sino como forma de medir el tiempo. Desengáñate: el reloj no sirve, pues los tiempos de cocción que aconsejan las recetas de lo que estés haciendo jamás tienen que ver con la realidad de este planeta.
Personalmente utilizo como unidad de medida de tiempo la cerveza; correspondiendo una “Dougall´s 942” a cocer un huevo, una “Baltika nº3” la cocción de unos macarrones, etc.
Si el tiempo de labor va a ser largo por la complicación de la receta con la que has decidido envenenarte, las unidades de medida admiten múltiplos. Yo mismo un día eché unas alubias a remojo y me quedé largo tiempo (unas 12 horas) midiendo y observando como las alubias engordaban. Cuando me trajeron del hospital ya no recordaba nada de agua y alubias y la comida que me dieron mientras estuve ingresado allí no fue tan mala, mucho mejor que lo que hubiese podido hacer yo.
Bueno, con esto espero haber respondido a una de las principales dudas que a un neófito en el arte de los fogones se le plantean, pues en este blogs los autores y la mayoría de los lectores SABEN LO QUE DICEN, y el resto están como yo mismo y pueden pretender imitarles sin tomar las debidas precauciones. Recordad siempre: “Ante la duda, abstención”.
Y haceos amigos de cocineros profesionales, son generalmente muy buena gente y merece la pena probar los resultados de su trabajo. Nunca nada que hagáis se parecerá minimamente a lo suyo.
By Nacho para Ankabri. 18-01-13
Los (malditos) útiles para cocinar (I) Por Nacho
Queridos seguidores, lectores y todos vosotros que nos aguantáis y encima nos leéis: Hoy os traigo el aporte de un buen amigo, una persona que conozco hace muchos años, compañero y hermano de la Cofradía de Buen Comer Et Beber (quizá algún día os cuente algo de ella). Por fin se anima a participar con nosotros. Podéis leer alguno de sus “partos” en el blog de Maestr@s del fogón.
Espero se anime por si mismo a empezar a publicar el directamente pues, como he dicho antes, tiene mucho y bueno que contar.
Y sin más rollo allá vamos:
Si quieres hacer algo “creativo” en la cocina distinto a cerrarla, tapiarla y olvidarte de todo encargando tu subsistencia a los hosteleros y fabricantes de comida en conserva (que es una solución lógica pero un poquitín cobarde), es vital tener los utensilios necesarios para tan ingente labor.
Antes de pasar a enumerarlos y clasificarlos es conveniente recordar que el Gremio de Hostelería tiene ofertas para todos los gustos y bolsillos, y que es imprescindible que se puedan ganar la vida; aunque si vemos ciertos programas de “Desastres en la Cocina” como un par de ellos que he catado yo mismo en “La 6ª” veremos que los locales visitados por una especie de hortera faltón que cocina muy bien tienen los fogones como nosotros mismos de guarros y la profesionalidad de los que los regentan y sus empleados deja bastante que desear. Son, insisto, excepciones.
A los (in)útiles de cocina yo los considero en tres secciones, a saber: A) Los básicos, B) los superfluos y, C) los imprescindibles.
A) Los básicos son los por todos conocidos; sartén grande para grandes fritadas, sartén más pequeña para fritadas menores, olla grande para cocer a lo grande, olla pequeña para cocer en más pequeño, cucharas de palo (si te atreves a jugar en el Torneo de las VI Naciones de rugby te las darán gratis), cuchillos…, en fin, los por todos conocidos y –no olvidemos- potencialmente muy peligrosos.
Son las más veces de fácil adquisición y relativamente baratos, e incluso en los “Todo a 100” (que no se por qué se llaman así, nada es “a 100”) podrás encontrar gran variedad de ellos, baratos y de ínfima calidad por regla general, que satisfarán las necesidades básicas de cualquiera que no le importe morir demasiado joven al usarlos; como cubiertos de madera con termitas, cazos de aluminio “pero-de-genuino-papel-aluminio” que no resisten apenas el fuego (yo mismo tengo uno), abrelatas construidos con algo parecido al mazapán y un largo etcétera que satisfará las exigencias de cualquiera nada exigente.
Si os da por esta opción, pues sabéis que todo barco es un submarino al menos una vez, adelante. Lo que compréis al menos tendrá un uso (y solo uno). Además, en el más cercano a mi residencia tienen unas dependientas amabilísimas, jóvenes y atractivas que te vigilarán de cerca para evitar posibles hurtos -cuyo valor será sin duda descontado de sus ya ridículos sueldos si tienes como yo aspecto sospechoso gracias a las inmejorables leyes laborales que gozosos disfrutamos-; aprovecha sin miedo esa cercanía para poner cara de bueno y muéstrate amistoso, podrás intimar con ellas y pueden aconsejarte en qué compras solo estás haciendo el bobo y en cuales estás tirando el dinero directamente. A mi me ha pasado.
Pero sabed que no debéis ahorrar en una cosa: los temibles cuchillos de cocina.
Yo se los compro indefectiblemente a un especialista afilador profesional cuchillero, muy diestro en su oficio y realmente entendido; pero para mi desgracia fue después de que una de mis personas más queridas, a la sazón enfermera de Urgencias y profesora de sutura en la Escuela Universitaria de Enfermería, la gran Carmiña; se cansase de coserme las manos y dedos con su maestría y buen hacer.
Recordad siempre que si no queda otro remedio que utilizar un cuchillo éste debe ser de la mejor calidad y estar perfectamente afilado, así las inevitables amputaciones y heridas serán “limpias” y fáciles de suturar, en lugar de horribles tajos en donde no sabes ni como empezar a trabajarlos.
B) Los superfluos son aquellos que tienes y no sabes por qué ni para qué, y generalmente son regalados por amistades bromistas o familiares a los que has conseguido engañar y convencer de que eres un “manitas” y de que tu alimentación es adecuada y saludable.
Se subdividen en grandes y pequeños según lo que estorben; y en cercanos y lejanos según el momento que los necesites, siendo una relación inversamente proporcional su relativa lejanía a su pretendido momento de uso, es decir, siempre estará más lejos de ti el que antes necesites.
Por regla general son tan aparatosos como inútiles: batidora, licuadora (hay a la venta zumos preparados sanísimos y muy ricos), yogurtera (una aberración), máquina de hacer pan (¡¿por Dios, también “eso” hay que hacerlo en casa?!) y otras similares.
Su lugar natural de almacenaje es el trastero del ático, y si no se posee uno su destino debe ser el etiquetado cuidadoso que haga constar su origen y su posterior e inmediata envoltura en papel de regalo.
Lo del etiquetado es crucial, pues nunca debe regalarse al obsequiante lo obsequiado y es posible que tenga memoria, así que es imprescindible que el regalo lo reciba otro. De tal modo se fomentan las amistades y nadie se ofenderá demasiado, quizá hasta que le venga de regreso a uno la misma batidora de hace X años que regaló a otro si a tu círculo de amistades le da por hacer lo mismo.
By Nacho 16-01-13 para Sam y para el Padre Abad.