Ya echábamos de menos una de estas entradas del genial Nacho, aquí os dejamos una receta muy especial:
En estas fechas dadas a la subida estratosférica del colesterol y los triglicéridos debido a los fastuosos abusos a las que somos tan aficionados (y que no nos falte), estoy disfrutando de un libro sobre la Guerra de la Independencia 1808-1814 que me está pareciendo muy interesante, ya que no solo cuenta las batallitas sino que habla de la forma de vida de militares y civiles en la época.
Haciendo la eterna digestión de todo lo que me he metido y suponiendo lo que a esta fecha (27/12) aún me falta por meter, he dado con un capítulo que habla no ya de las necesidades alimenticias de los ejércitos enfrentados, españoles, ingleses y portugueses por un lado y franceses y sus aliados por otra; sino e las tremendas hambrunas que pasaron todos combatiendo años sobre una tierra improductiva por el abandono y sin rutas de abastecimiento.
Así he encontrado esta receta de campaña para uso de sargentos y “cavos” (sic) editada en la única parte de España que no llegó a ocupar Napoleón, Cádiz; y que dice bien a las claras que todo se puede usar para comer y que “a buen hambre no hay pan duro”
He respetado el castellano en que está escrita, pues creo que le da un toque mas auténtico.
Felices fiestas a todos y, cuando estéis ante una mesa colmada, recordad a esa pobre gente de tropa.